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por: Por Rebeca Aimeé Arreola Mejía

 

     La solidaridad es uno de los valores esenciales para la construcción de una sociedad íntegra; pues tiene el papel de mantener unidos a todos los ciudadanos para buscar un ideal que beneficie a toda la comunidad. Esto sobretodo debe procurarse cuando hay problemas. 

      Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU):  

     La solidaridad se identifica en la Declaración del Milenio como uno de los valores fundamentales para las relaciones internacionales en el siglo 21 y para que quienes sufren o tienen menos se beneficien de la ayuda de los más acomodados. En consecuencia, en el contexto de la globalización y el desafío de la creciente desigualdad, el fortalecimiento de la solidaridad internacional es indispensable.  

     Actualmente atravesamos un período de incertidumbre, la llegada de una enfermedad desconocida y el llamado a tomar medidas estrictas para combatirla puede llegar incluso a generar problemas y discusiones en la sociedad. Es difícil coincidir, cada cabeza es un mundo y no todos están enfocados en lo mismo. Sin embargo cuando se trata de problemas, es el momento de dejar las diferencias a un lado y cooperar para poder solucionar las dificultades.  

     Pero ¿cómo cooperar desde mi entorno, comunidad o incluso mi familia? Lo más importante y lo primero es mantenernos informados, de manera que podamos actuar conforme a la evolución del problema e incluso prevenir futuros inconvenientes. Compartir información oficial y científica es parte de esta primera acción, discernir entre los datos verdaderos y los modificados que solo alteran la cohesión social;  de este modo ciudadanos de todas las edades podrán conocer la información y así conservar la calma. 

     Una vez que conocemos la situación podemos comenzar a tomar medidas que todos podemos aplicar y aprovechar. Desde las medidas más generales donde todos participamos como la de higiene personal y la del entorno, hasta las más específicas como trabajar o estudiar desde casa, consumir víveres y servicios responsablemente y procurar el distanciamiento social.     

     Del mismo modo, al ser la familia el núcleo principal del desarrollo humano, debemos participar activamente para poder sobrellevar esta época de contingencia. A pesar de todo, la instrucción del distanciamiento social nos lleva a permanecer en casa con nuestras familias, por lo debemos ver sacar el máximo provecho de esta oportunidad y promover la solidaridad dentro de la misma, así como de aportar al exterior en conjunto.  

     Finalmente, resaltar la importancia de la dignidad humana y el derecho que todos tenemos a vivir plenamente. Ninguna vida vale más que la otra, y parte de la construcción de la solidaridad es saber que, aunque en este caso la enfermedad no afecte a personas de todas las edades o condiciones de salud, es igual el interés que debemos de tener en salvaguardar el bienestar y la salud de todos como si fuera la propia; pues es parte del compromiso solidario y responsable que tenemos como comunidad y sobre todo como mexicanos y ciudadanos globales. 

     Aunque ahora parece irónico, estando separados es la mejor manera de permanecer unidos. Veamos por el bien de nuestras familias y construyamos un mejor futuro para el país cuidándonos a nosotros mismos y a los que nos rodean.   

 

Rebeca Aimeé Arreola Mejía es estudiante de la Licenciatura en Transformación Social, cursa sus estudios en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Le apasionan los temas de carácter social e interés cívico. Rebeca se involucra principalmente en temas de formación integral y desarrollo de jóvenes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

 

 

 

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     

 

 

 

     

 

 

 

     

 

 

 

     

 

 

 

     

 

 

 

      

 

 

 

 

 

 

 

     

 

 

 

     

 

 

 

    

 

 

 

 

 

 

  

 

 

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

 

 

   

 

 

 

     

 

 

 

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